he pedido al insomnio
que se retrase un poco
no basta la madrugada
para hilvanar un luto;
el tacto del último beso,
la última fotografía de felicidad
un fugaz beso robado.
con el tiempo comprendí,
que en aquel beso robado,
cabía tanta ternura,
o más aún,
los abrazos
que no volverían a repetirse.